Cuando era niña me acercaba a un lugar priviliegiado con cierto aire, más bien viento, de aventura. Era un abrupto acantilado. Ibamos las niñas del barrio, en especial una a la que le perdí la pista y que me seguía a todas partes. Era callada y fiel. Nos gustaba estar juntas, y, sin embargo, casi nunca hablábamos. Nuestra ansia de aventuras (ambas éramos de las exploradoras inquietas y traviesas) nos llevaba allí para ver planear a las gaviotas y colgarnos del viento imitándolas. Era una sensación increíble la de colgarse en el fuerte viento que azotaba aquel balcón al mar. Húmedo y salado te recogía en sus brazos sin dejarte caer y, de vez en cuando, aflojaba haciéndote perder un poco el equilibrio. Asomándote al precipicio la sensación de infinito, de libertad y también de peligro era realmente emocionante... Después nos sentábamos en alguna piedra del altiplano cerca del abismo y mirábamos absortas como aparecían aquellas maestras del planeo, como salidas de la misma tierra: de repente, ascendían veloces empujadas por el viento sin siquiera un pequeño aleteo. Una , otra , otra... Arriba, arriba, arriba..
A min as gaivotas non me gustan pero si ver voar aos paxaros e imaxinar que eu tamén podo facerlo.
ResponderEliminarUn bico
Pitiiiii, que ledicia reatoparte!!! Non te recoñecía polo ombligo!!!
ResponderEliminarAsinado: a amiga calada e fiel
jajaja, xa me parecía.. jajajaja. Pero non, ela era especialmente calada. Ti pareces máis faladeiro Chousa.. jajaja. Entendiámonos sen palabras.. ¡e non me seades mal pensados!. Eu tamén lle era fiel... jajajaja.
ResponderEliminarMueja, benvido, seguro que ti tamén podes voar..
Libertad....
ResponderEliminarde volar a donde quieras.
Dejarte flotar y respirar libertad...
Sin horarios ni ataduras, ni trabajos...
Lo bueno de los animales en general, es que no tienen trasfondo, lo que ves, es lo que hay...