lunes, 31 de agosto de 2009

La fama no pero.... What a feeling!!

Alonso va a correr en casa. Me alegro. Qué lo disfrute. Ese no podrá estar tranquilo en su propia ciudad. Todos lo conocen. Apuesto a que odia que todos lo conozcan. Apuesto a que no quiere correr en casa, a que le gustaría llevar un casco para taparse la cara en público y así correrse de gusto cuando al fin pudiese sacárselo y nadie lo conociese. ¿A lo mejor se corre con la fama? Naaaa, yo creo que se corre en el fórmula 1, que parte del líquido que pierde es en forma de semen... y seguro.. jajaja. ¡¡Pero qué bruta soy!!! Cómo se nota que a mí sí que no me conoce nadie...

- Yo quería un coche de carreras - deja la pantalla de espaldas con Alonso corriendo para dedicarme una mirada de absoluta necesidad mientras se asegura de estar lo bastante cerca de mí como para que me de cuenta... ¡de lo muchísimo que le hace falta!
- Yo también quiero uno -. Mal de muchos consuelo de tontos. Y claro que sí. Yo también quiero acelerar hasta el orgasmo, como Alonso, y perder peso en cada carrera. Sí. Lo quiero. Sí.
- ¿Sí?
- Sí
- ¿Te gustaría uno de color rosa?
-  Naaa
- ¿Y de qué color lo quieres?
-  Lo quiero azul
- ¿Azul oscuro?
- Sí. Azul oscuro.
- Pero azul oscuro es feo... ¿qué tal... naranja?
- No. Mejor rojo.
- Vale. Rojo. Cuando venga papi ya se los pido - concluye mientras vuelve a girarse para mirar de nuevo a la pantalla.
- Culeteiro, ven aquí
- Quéeeee
- Ven Aquí!
- Vaaale
Se acerca y nadie lo salva de un sonoro beso que le planto en la cara mientras lo abrazo como si fuese una célula fagocitándolo.
- Maaamiiii.... ¡¡qué me llenas de bobadas!!

Último refresco de estas vacaciones.... What a feeling!!

jueves, 27 de agosto de 2009

Quiero de las galletas esas que guardas para las visitas...

Me recreo en una extraña congoja, la que me empapa nada más respirar tu aire, tan de mar, tan salado y agreste, la que me asalta desde dentro en cuanto puedo sentir esta húmeda frialdad que me cala haciendo la experiencia tan real. Porque  hace frío, en un mediodía de agosto, con el cielo despejado y un sol pleno y reinante, emisor de generosos rayos que llueven pero inexplicablemente se pierden en algún lugar del camino. ¿Se caerán todos en el mar? Y no, el agua está tan fría que corta por estos lares, sobre todo en San Amaro, que te duelen los huesos nada más tocarla. Tampoco consiguen, los rayos del sol, calentar tus calles... quizá templar un poco, acariciarme levemente para así notar más frías las sombras que fácilmente me dan caza, y me envuelven, porque sólo el frío germina en mi piel, ahora mimada del caribe gallego.
Y así, con una suerte de alegre nostalgia, con la congoja abriéndose paso casi a machetazos desde mis caprichosas entrañas me escurro entre tus frías calles de piedra buscándote, buscándome. Eres la misma, y no. De la misma forma que es mi sombra pero ya no soy yo, de la forma en que se puede ser y no ser a la vez.
Nunca me quisiste, no te culpo, yo misma no hallaba el modo de hacerlo: de quererme. Creo que la congoja no es más que despecho, la respuesta a tu rechazo.
No me quisiste, nunca me calentaste el alma, me trataste mal, porque yo no estuve a la altura,  así que debe ser culpa mía. A Coruña, ciudad donde nadie es forastero. No se puede ser tan hospitalaria y a la vez tan arisca. Yo no soy forastera: me siento una desarraigada, que es peor.... Y me enfado contigo con el pretexto de que siempre has dejado las galletas caras para los de fuera, para las visitas, ¿y acaso no es así en todas partes?. A Coruña, tan nueva como vieja, habitada por tantos fantasmas que acechan tras cada esquina. Y algunos son los míos, lo sé, que se quedaron a vivir aquí mientras yo me calenté el alma en otros lares, más al Sur, y más al Este, donde aprendí a quererme, a sonreír, a ser. Y me quisieron sin preguntas, sin mentiras, sin más. Sólo así puedo vivir, sin frío, sin lastres, sin fantasmas, con infinito Amor.

Qué culpa tendrás tú, que sigues impertérrita tu larga vida de ciudad, tu historia llena de historias y de vidas. Ni siquiera te acordarás de mí, aunque mi sombra sea uno más de los fantasmas que viven aquí, y se sepa tus caminos, y todavía guardes algunos rincones viejos sin muchos cambios, musgo más, musgo menos, con unos ojos, los míos, que miran de nuevo lo viejo y ya no pueden verlo igual... ¿Querré que me saques las galletas de los forasteros? Al menos así se calmará un poco la congoja...

Y es que yo soy la amante despechada, y todavía te quiero, debe ser, porque me duele este frío en la piel, y estoy llorando otra vez.


Foto: El edificio del Ayuntamiento luce festivo recortado en el cielo azul  de este agosto en fiestas. Los soportales de la emblemática Plaza de María Pita me cobijan más oscuros, más altos y más fríos que nunca, ya que la explanada central está tomada por toda la tramoya de las fiestas junto con las terrazas cubiertas (y no os equivoquéis, protegen del frío, no del sol...) de los bares y restaurantes que ofrecen las delicias de A Coruña. 
- ¿Qué va a ser?
- ¿Tenéis galletas?
- ¿Perdón?
- Galletas
Me mira inquisitivo
- Da igual, tráeme una tónica
El camarero me trajo la tónica acompañada de unas galletitas saladas que me sirvió con la sonrisa reservada a los forasteros (¿o no?).... que son tan, tan raritos ellos...

lunes, 24 de agosto de 2009

Intempestiva

Estas no son horas.

create avatar¿Y de qué rango hablamos: 8, 12, 24?
A veces creo que debería dejar de escribir aquí, que al fin escribo para mi, así que... ¿por qué exhibirme? ¿por qué contarle a cualquiera que se pase lo que me pasa a mí? ¿o lo que no me pasa, o lo que me he imaginado, o mis mentiras y mis verdades camufladas? ¿Por qué?
¿Acaso necesito escribir aquí? ¿Acaso a alguien le interesa más de lo educadamente correcto? ¿Acaso espero algún tipo de compensación, de reconocimiento?
Y no. No lo necesito, pero me gusta. Me engancha. Soy una adicta. Y soy una enferma, lo sé. Desde que nacemos estamos enfermos, todos, nadie se salva. Y según vivimos nos vamos contagiando de todo, con un ansia de enfermedad irrefrenable. Yo tengo mucho peligro, colecciono factores de riesgo... Es lo que hay, no sé vivir de otro modo. Soy una mente enferma, una obsesiva compulsiva, capaz de hacer lo que me gusta una y otra vez, y otra, y otra, y otra... hasta que me pregunto por qué lo hago... ¿acaso sigue siendo divertido? ¿lo hago por costumbre?
Nos volvemos esclavos. Una mente enferma.
Creo que si lo hago otra vez lo haré mejor...
Y no siempre. No. El azar es lo que importa. La suerte.
Por eso, si lo hago de nuevo tentaré, una vez más, a la suerte...  Repite, repite, repite. Escribe, escribe, escribe, Lee, lee, lee. Impares, ternas... Obsesiva compulsiva. ¿Adicta al 3?... ¿a otro número? ¿al 9?.
Pero que sea impar, no me las gastes de mediocre, por favor.
Y no es más que un juego. La vida. No hay más. ¿Mi apuesta? ¿Impar? ¿Qué también tengo que elegir color?
Ya estamos...
Qué vicio tengo... Y salgo al abuelo, materno. Es lo que me salva, porque después heredé la mala leche de mi abuela, paterna...
Aun así me hago querer... ¿verdad?
A veces... sí

domingo, 16 de agosto de 2009

Agujetas mentales

Un poco atrapada en la inercia me hallo. Mi cabeza se mueve a trompicones, no sé si porque la maltrato (¿o es que la mimo demasiado?) sin rutinas, porque la hago moverse en otros sentidos, ejercitando neuronas dormidas que se desperezan después de un largo tiempo de letargo, sin que pasase ni un sólo impulso nervioso por allí, ni lento ni rápido, nada.... un pueblo perdido en la nada porque una autovía de 4 carriles para cada lado horada la gris y gelatinosa montaña por un largo túnel claustrofóbico pero directo... directo al meollo.

Pues eso, que creo que tengo agujetas en el cerebro, y me siento atontada... jajaja. Quizá sean demasiadas horas de descanso y a destiempo, dejando que mi materia gris haga ejercicio en ese gimnasio que son los sueños. Sí, también podría ser.
También me he dejado colmar en mi lado sensitivo, irracional, animal y primario. Claro. Estamos de vacaciones, es tiempo de excesos...

Sin embargo me he vuelto más precavida, me cuido algo más, es cierto. No bebo demasiado alcohol, por ejemplo, porque me preocupan los perjuicios que me provoca, no puedo permitirme perder neuronas... por si el alzheimer... jajaja. Ni tampoco bañarme en el sol sin pensar que me haré vieja antes de tiempo, o que me producirá un cáncer de piel... Creo que con la edad me estoy volviendo un poco más miedosa, hipocondríaca por momentos... Pero el tiempo pasa, y tampoco quiero perder espontaneidad, no me quiero perder nada por miedo... Voy consiguiendo el equilibrio inestable, pero equilibrio al fin...

Que voy caminito de los 40... Ay... cómo pasan los años... Qué coño: ¡¡Cómo corren las décadas!!

Sitio común desde hace algún tiempo: tempus fugit. Me hago mayor. Estámosche ben... estamos de carallo!

Lo llevo con alegre resignación. Todavía soy joven, todavía es fácil colmar mis sentidos, todavía me fascina la vida, la muerte, la búsqueda de la razón, la poesía, la verdad y la magia, estas tres últimas mezcladas, por favor, pero no agitadas... Todavía busco el cóctel, todavía busco la justa medida de cada cosa, a sabiendas de que es la misma búsqueda la que es fascinante en sí, pues jamás tienes la justa medida cuando debes alimentar, contrarrestar un equilibrio móvil, móvil eterno, que jamás se para... y mejor, porque... si dejas de moverte, dejas de... ser.

Nunca se deja de ser... y siempre dejas de ser. Cambios eternos y continuos, pero siempre materia y energía, para aquí, para allá, transformándote, existiendo en tí y a través de tí, dejando de ser constantemente y siendo eternamente cosas distintas a cada minuto, porque eres eterna, pero distinta... jajajaja. Aissssss

De la profundidad más tenebrosa a la más iluminada y vulgar superficie, buceando, nadando o sencillamente a la deriva, flotando, dejándome mecer en el vaivén de las olas vitales, en medio de las mareas y corrientes universales de la existencia, ese infinito mar agridulce, tropezón de carne pensante (y no soy la única, lo sé) en este bullicioso y antojado cuasilíquido estado, caldoso todo, misterioso y fascinante.

Equilibrio activo y pasivo. A veces has de moverte, pero también has de saber ser objeto pasivo. Déjate querer, mujer, déjate querer. Y siempre aprendiendo... a nadar, a bucear, a flotar, disfrutando cada minuto.

Foto: mínimo paisaje desenfocado que invita a soñar... adivina qué podrá ser...
¿Una pista?, está bien: dulce y jugoso