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lunes, 21 de septiembre de 2009

Don Diablo

Ali está deprimida. Piensa mucho en la muerte. Hace un tiempo se llevó un disgusto porque pensó que sus padres eran pobres, y, por extensión, ella también lo era.
- Entonces, mamá ¿nosotros somos pobres?- le preguntaba con voz desesperada
Y pobres no son. De hecho Ali está deprimida porque se aburre, estoy convencida. Si tuviese que luchar para vencer la pobreza  no estaría deprimida: no tendría tiempo!!
Pero su sufrimiento es real. Lo está pasando mal. Se hace adicta a internet. Chatea y acaba en lugares poco recomendables para una adolescente. Tiene 21 años, pero no es adulta, ni madura. Tiene la edad mental de una niña de 12 años. Si no hubiese nacido aquí, si no la hubiesen educado así... habría ya vivido una vida, y sería una persona madura, pero así está siempre anhelante, incapaz de saciarse de sueños de imposible perfección. Tonta no es, y por eso se ha olvidado de lo que espera, para protegerse cuando se le acabe la esperanza de encontrar algo que la salve de la insoportable levedad del ser (y qué buen título para un libro ¿verdad? jaja). Y la sobredosis de ocio la ha llevado a barrenar tanto, a pensar tanto, que ha acabado ya en la idea básica que ronda siempre a los desganados de la vida, en la solución a esta enfermedad vital: La Muerte. Y no es que quiera morirse, lo que le da pereza es luchar por la vida, porque al fin, es una batalla perdida. Le tiene mucho miedo a la muerte y no entiende que no tenga alternativa.... que esa sea la única solución final. ¡Es tan deprimente!
Y todos nos vamos a morir. Pero mal de muchos, consuelo de tontos...
Mientras teme y espera a la muerte va 2 veces por semana al psiquiatra. Luego se encierra en su habitación y se zambulle de nuevo en la red, intentando que alguien la atrape, que alguien la salve. Quiere emborracharse con algo que le haga olvidar su angustia existencial...
Y esa terrible teoría: El miedo atrae aquello que se teme.
La madre de Lu hizo que yo, cuando tenía algo menos que la edad de Ali, estuviese casi un mes sin dormir, porque el diablo se me iba a meter en el cuerpo. Vimos El Exorcista y ella nos lo advirtió, a mí y a su propia hija, con una cara muy seria: "no le tengais miedo, que el diablo se ceba en los que le tienen miedo...."
Estaba condenada. Yo estaba condenada.
Era una adolescente inmadura. Y sí, el diablo estaba a punto de meterse en mi cuerpo.... literalmente... jajaja. Y lo peor no fue la posesión material. ¡¡Lo peor fue que me casé con él!! Me entregué en cuerpo y alma....
Bah! Qué exagerada!!
El diablo no era tan malo. Es que yo era demasiado frágil... La culpa fue mía, en gran parte... claro que sí. Fui su perdición... jajaja  Pobre diablo, que no sospechó que le iba a pesar tanto, mi alma...
Es más: la culpa también la tuvo la madre de Lu... Si ella supiera el daño que hizo...

Ron con cocáacolá
Ron con cocáacolá
Ron con cocáacolá

martes, 17 de junio de 2008

EsPeCtRoS

Susurros, movimientos sigilosos pero imposibles de acallar, lluvia, se acercan... Abro los ojos, no puedo mantenerlos abiertos.. pesados, los párpados se cierran otra vez. Un campo de ondas alfa rodea mi cabeza, mi cuerpo, empujándome al sueño de nuevo.. Duerme. Duerme. Otra vez se mueven, otra vez la lluvia, otra vez intento mirar.. Alto. Shssssss.. Se mueven más despacio. Cuidado, intenta despertarse. Otra vez. Shssss... Duerme. Duerme. No puedo dormir. No puedo despertarme. Entonces... ¿dónde estoy? ¿qué lugar es este a medio camino entre el sueño y la vigilia?... ¿Hay alguien ahí?. Shssss... Duerme. Duerme. Duerme. Lluvia. Lluvia en la ventana. Llueve más fuerte. No estoy en cama. Mi cara se moja. ¿Dónde estoy?. Me veo en el hueco angosto, profundo, húmedo y negro de una tumba. Una tumba abierta... Me llueve en la cara. ¿Soy yo?. ¿Sí?. ¿Yo en una muerte anterior?. Vestida de largo y oscuro, el pelo negro y revuelto se me pega mojado a la cara. Abre los ojos: son claros. No. Yo no soy así. ¿Acaso soy la misma lluvia que le cae en la cara? ¿Dónde estoy?. ¿Por qué me veo así?. ¿Nadie tapará la tumba para resguardarla de la lluvia?. Estoy sola. Tengo que salir de aquí. Shsssss. Duerme. Duerme. Duerme.

¡NO!. Mi cuerpo convulsiona venciendo la inmovilidad que me ata. Convulsión voluntaria, más voluntaria que nada, si puede así definirse una convulsión... Se acaba el murmullo. Se acaba el movimiento. Espanto a las criaturas que me inducían al sueño para seguir con sus secretas y espectrales tareas...

No llueve. El niño tose desde su habitación. Voy a arroparlo. Vuelvo a mi vacía pero todavía templada cama y la mediolleno. Enciendo la tele. Bendita teletienda.