¿No escuchais el agua de este torrente?
Dentro de nuestra banda sonora vital están todos esos sonidos fantásticos. Fantásticos porque forman parte de los fantasmas del pasado, tan presentes en nuestros recuerdos. Y serán parte de los fantasmas del futuro, los que pueblan hoy nuestra vida..
Algunos todavía se pueden escuchar hoy en día, como la Torre de Hércules, vigía de mis jóvenes sueños y de los de muchos más. Otros, son sólo ecos particulares en mi cabeza, como el sutilísimo y personal ruidito que hacía el cristal de la ventana de la habitación de mi adolescencia, de esa casa que ya no existe, ese ligero vibrar tan peculiar e irrepetible, de forma que podía saber, sólo por su sonido, quien era el que subía las escaleras de casa, perturbando así mi intimidad, husmeando lo que hacía... quizá tendría que estar estudiando, ¿acaso no lo hacía?. También el sonido de la puerta del taller de tornería que había en el bajo, el negocio familiar.. El sonido de las máquinas, incluso del interruptor general de la corriente, ese clak sonoro que se escuchaba cada tarde después de las ocho y cada mañana al filo de las ocho. De entre todas las máquinas destacaba el omnipresente aspirador industrial, encerrado en una caseta de madera con algo de aislante, y aun así siempre de fondo...
Los tornos tenían cada uno su sonido que recuerdo perfectísimamente. Sabía en qué piezas estaban trabajando sólo escuchando un poco: para los plafones usaban el que vaciaba la madera y convertía en sinuosas aquellas aristas vivas que dejaba la sierra de cinta. La forma rectangular de las piezas que encoladas componían los aros se convertía entonces en un vago recuerdo. Producía un sonido "in crescendo" y finalmente parecía como si fuese a estallar la pieza en mil pedazos, pero sólo se consumía en virutas, como serpentinas en día de fiesta, salían calentitas despedidas en parábolas perfectas hasta caer sobre el perro, que dormitaba feliz sin dejar de abrir levemente un ojo cada vez que se acababa un plafón, para ver si al fin se rompía.. pero no, era otra falsa alarma... Cuando ya sólo se le veía un poco el hocico, se levantaba y se sacudía perezoso, giraba un par de veces sobre sí mismo preparando la cama y vuelta a empezar.
Y el vecino que pasaba silbando bajo la ventana, siempre silbando, sin importar qué.. siempre sonriendo bajo su mostacho cada vez que se tomaba un descanso en la tonada del día. No hace mucho lo ví de nuevo, estando de visita en Coruña, con su pelo blanco, ya jubilado.. y caminando por la calle urbana, porque ahora el barrio es una enorme urbanización donde ya no están ni mi casa ni la suya de entonces.. y sí.. aún así iba silvando. Tuve que sonreír al escucharlo.. ¡tantos recuerdos me traía aquel sonido!.
La sirena de Peteiro, la gran fábrica de maderas, que acumulaba enormes troncos, de un grosor considerable. Amontonados dejaban espacio suficiente para que los niños jugásemos a trepar por ellos e incluso a meternos debajo, ajenos al peligro.. La sirena sonaba al menos cuatro veces al día (quizá lo sigue haciendo), y su sonido invadía todo el barrio y todos sabíamos la hora que era: las 7:55, las 8:00, las 14:55 o las 15:00. Estas dos últimas fueron muy importantes en la época en la que iba a la escuela, pues estaba a unos 5 minutos y aquello era la cuenta atrás...
Y mis vecinas y amigas del barrio, Anita, que venía a buscarme siempre para ir juntas al cole, y chillaba desde la calle mi nombre hasta que bajaba.. siempre tarde.. agsss.
Sí que son muchos los sonidos fantásticos que pueblan mis recuerdos.
Y ahora son todos muy diferentes, e intento prestar atención para no olvidarlos, y, además, ya que tengo algo de tecnología a mi alcance, procuro guardarlos especialmente..
El teléfono de mi trabajo: tinoninoní.. tinoninoní.. tinoninoní........
Dentro de nuestra banda sonora vital están todos esos sonidos fantásticos. Fantásticos porque forman parte de los fantasmas del pasado, tan presentes en nuestros recuerdos. Y serán parte de los fantasmas del futuro, los que pueblan hoy nuestra vida..
Algunos todavía se pueden escuchar hoy en día, como la Torre de Hércules, vigía de mis jóvenes sueños y de los de muchos más. Otros, son sólo ecos particulares en mi cabeza, como el sutilísimo y personal ruidito que hacía el cristal de la ventana de la habitación de mi adolescencia, de esa casa que ya no existe, ese ligero vibrar tan peculiar e irrepetible, de forma que podía saber, sólo por su sonido, quien era el que subía las escaleras de casa, perturbando así mi intimidad, husmeando lo que hacía... quizá tendría que estar estudiando, ¿acaso no lo hacía?. También el sonido de la puerta del taller de tornería que había en el bajo, el negocio familiar.. El sonido de las máquinas, incluso del interruptor general de la corriente, ese clak sonoro que se escuchaba cada tarde después de las ocho y cada mañana al filo de las ocho. De entre todas las máquinas destacaba el omnipresente aspirador industrial, encerrado en una caseta de madera con algo de aislante, y aun así siempre de fondo...
Los tornos tenían cada uno su sonido que recuerdo perfectísimamente. Sabía en qué piezas estaban trabajando sólo escuchando un poco: para los plafones usaban el que vaciaba la madera y convertía en sinuosas aquellas aristas vivas que dejaba la sierra de cinta. La forma rectangular de las piezas que encoladas componían los aros se convertía entonces en un vago recuerdo. Producía un sonido "in crescendo" y finalmente parecía como si fuese a estallar la pieza en mil pedazos, pero sólo se consumía en virutas, como serpentinas en día de fiesta, salían calentitas despedidas en parábolas perfectas hasta caer sobre el perro, que dormitaba feliz sin dejar de abrir levemente un ojo cada vez que se acababa un plafón, para ver si al fin se rompía.. pero no, era otra falsa alarma... Cuando ya sólo se le veía un poco el hocico, se levantaba y se sacudía perezoso, giraba un par de veces sobre sí mismo preparando la cama y vuelta a empezar.
Y el vecino que pasaba silbando bajo la ventana, siempre silbando, sin importar qué.. siempre sonriendo bajo su mostacho cada vez que se tomaba un descanso en la tonada del día. No hace mucho lo ví de nuevo, estando de visita en Coruña, con su pelo blanco, ya jubilado.. y caminando por la calle urbana, porque ahora el barrio es una enorme urbanización donde ya no están ni mi casa ni la suya de entonces.. y sí.. aún así iba silvando. Tuve que sonreír al escucharlo.. ¡tantos recuerdos me traía aquel sonido!.
La sirena de Peteiro, la gran fábrica de maderas, que acumulaba enormes troncos, de un grosor considerable. Amontonados dejaban espacio suficiente para que los niños jugásemos a trepar por ellos e incluso a meternos debajo, ajenos al peligro.. La sirena sonaba al menos cuatro veces al día (quizá lo sigue haciendo), y su sonido invadía todo el barrio y todos sabíamos la hora que era: las 7:55, las 8:00, las 14:55 o las 15:00. Estas dos últimas fueron muy importantes en la época en la que iba a la escuela, pues estaba a unos 5 minutos y aquello era la cuenta atrás...
Y mis vecinas y amigas del barrio, Anita, que venía a buscarme siempre para ir juntas al cole, y chillaba desde la calle mi nombre hasta que bajaba.. siempre tarde.. agsss.
Sí que son muchos los sonidos fantásticos que pueblan mis recuerdos.
Y ahora son todos muy diferentes, e intento prestar atención para no olvidarlos, y, además, ya que tengo algo de tecnología a mi alcance, procuro guardarlos especialmente..
El teléfono de mi trabajo: tinoninoní.. tinoninoní.. tinoninoní........
Qué bonito recorrido polos sonidos de toda unha vida, e os que te quedan por escoitar. Eu estou tan acostumada tamén os ruidos que nunca parei a pensar no que comentas, pero agora o leerte doume conta de que tamén debería facer un repaso na memoria.
ResponderEliminarTódolos sonidos son especiais salvo o do teléfono do traballo ... jajajja.... que máis ben é un incordio, ajajjaja.
Un saúdo.
Que post tan evocador, lo cierto es que me he parado a pensar un momento y no asocio ahora sonidos con momentos... con recuerdos... Sólo quizá los de las tormentas, en muchos y distintos sitios, en familia, todos amantes de las tormentas... ¿no recuerdo mas? pensaré en ello...
ResponderEliminarNo puedo dejar de reirme con la ocurrencia del tinoninoní... y voy a volver a escuchar las risas con el nene porque es de lo mejor que se puede escuchar, felicidades por poderlo escuchar.
Poco puedo decir que no se haya dicho. Has provocado en todos nosotros una sacudida al polvo de nuestra memoria, rememorando sonidos guardados en el fondo. La lluvia sobre la parra en mi aldea (antes todos teníamos aldea), la máquina de coser de mi mamá, el silbar del viento en las ventanas (cuando no eran de rotura de puente térmico), la maquinilla de afeitar de papá que anunciaba la proximidad de un nuevo día... Siguen ahí, por siempre.
ResponderEliminarMaravillosa la risa del nené. Gracias por compartirla y... por dios, coge el teléfono de una vez!!!
Salud
qué grande!! el sonido de la Felicidad (nótese el empleo de mayúscula) debe ser algo muy parecido a la risa de tu niño. y bueno, la madre tiene unos fundamentos operísticos estupendos!! me reido un montón con la ocurrencia. al final parecía un teléfono erótico!!
ResponderEliminarme ha encantado pitima. GREAT!!
La risa de un niño es tan contagiosa y te sientes tan plena de que un ser tan maravilloso, tan pequeñito, inocente y perfecto sea feliz, que a mis sobrinos estoy todo el día (cuando les veo), diciéndoles tonterías solo por el placer de escucharles.
ResponderEliminarDe los sonidos de mi memoria, recuerdo más los de mis veranos en la aldea, aunque soy más de olores. Tengo muchos registrados.
Mi padre y yo aún conservamos un silbido inconfundible y único para avisarnos en la distancia de nuestra presencia.
Un beso sonoro MUASSSSSSSSSSSSSSSSSSS!!!!!
Bueno que te voy a decir,...ya han dicho todo!
ResponderEliminarComo todos,me has hecho recordar mi infancia...
Bicos
Precioso post.
ResponderEliminarA mi me ocurre que asocio muchos pasajes de mi vida a colores y olores y ¡como no! a sonidos.
Has hecho un recorrido por los sonidos de tu vida, fijándote en cosas que otros pasarían de alto pero que a ti te llegó de forma especial.
El final, muy bueno. Terminas con los sonidos de tu presente. :-)
Besos.
Levo un bo anaco tentando que se carguen as duas barriñas brancas do final nas que -a xuzgar polos comentarios- hai uns sons para escoitar... E non hai maneira!!! Grrrrrr.
ResponderEliminarTeño unha conexión a pedais e ás veces ponme dos nerrrrrvios.
Non desistirei.
Es una entrada muy bonita Pitima, por
ResponderEliminarcierto la risa del niño es realmente contagiosa.
Recuerdo el sonido de tu risa y quiero olvidar.
Recuerdo el sonido de tus lágrimas al caer sobre el papel y quiero olvidar.
Recuerdo el sonido de tu voz y no puedo olvidar.
Hay sonidos que sería deseable olvidarlos.
Serei capullo? Pois eu quero escoitar o tinoninoní do teléfono!!!
ResponderEliminarLe daré envidia a Chousa al decir que yo si he podido escuchar ambos sonidos.
ResponderEliminarYo soy más de rememorar a traves de los olores, pero si que hay sonidos que guardo muy dentro, y que en alguna ocasión se me despiertan. Alguna vez me ha pasado escuchar a alguien toser parecido (por ejemplo) a como tosia mi padre, y se me ponen los pelos de punta.
El sentido del oido es esencial.... música, palabras de amor... susurros....
Bicos.