viernes, 21 de septiembre de 2007

INFANCIA ROBADA


Ahora me acuerdo un poco mejor del físico de mi padre, de su cara, que durante un tiempo largo se había desvanecido en mi cabeza como por arte magia. No sabía por qué ocurría aquello, pero al parecer no soy la única que ha experimentado ese tipo de vacíos de memoria. Me sentí culpable de no poder acordarme de como era mi padre, luego, y paulatinamente, vinieron a mi mente pequeños destellos y recuerdos de su cara, de sus movimientos, de su voz, de su forma de expresarse...
Murió hace ya muchos años, cuando yo tenía 9, y supongo que marcó mi vida, porque hasta entonces la muerte había sido algo ajeno a mí y a mi mundo. Se morían los demás, en la tele, en las películas, en las noticias, en casa nunca nadie se había muerto desde que yo tenía uso de razón, y no estaba previsto que ocurriese...No estaba previsto para mí. Lo primero fue la negación, durante meses estuve albergando, en lo más profundo de mis entrañas, la esperanza de que un buen día vería a mi padre caminar por la carretera sin asfaltar que llegaba a mi casa. Me costó mucho asimilar que aquella pérdida era para siempre. Se había ido y ya nunca volvería a verlo. Aquello fue un cataclismo para mí, ya no sólo por el sentimiento de pérdida de mi padre, (que nunca fue el ideal, aunque tampoco fue de los peores), sino porque de repente todos éramos susceptibles ante aquella terrible cosa: la muerte. No podía imaginar siquiera que pudiese pasarle a mi madre, era algo que me atormentaba terriblemente, y lo hizo durante muchos años. Al fin mi madre resultó ser más fuerte de lo que yo había calculado y aun ahora vive con una salud envidiable si tenemos en cuenta todas las vicisitudes por las que pasó en su vida..

Mi madre me hablaba como si fuese mayor. Teníamos conversaciones de horas y horas en las que ella se desahogaba conmigo tratándome como si fuera lo bastante madura para comprender aquellas cosas. Yo entendía que era una responsabilidad importante y que me correspondía el servir de consuelo y apoyo moral a mi madre, pero no era madura, aunque me forzaba por serlo. Mi mente, si bien despierta, era inocente y virgen en muchos aspectos... Sin darse cuenta, o eso quiero pensar, mi madre me estuvo robando la infancia durante años, alimentando muchos sentimientos de culpa y algunos tormentos que una niña no debería soportar.

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