martes, 28 de julio de 2009

¿Y la MIERDA... dónde está?


La escena es extraña... ¿no os lo parece? Creo que es por la mierda, la mierda que falta...
Las rosas estaban preciosas... Difícil sospechar semejante crimen en esos suaves pétalos entre los que esperas encontrar quizá algunas gotitas de cristalina agua. Un dulce escenario para una salvaje cacería. La preciosa y astuta araña se traba en el cuello de la mosca de la mierda como si de una perra de presa se tratase, y la mosca, inmóvil, se comporta como la perfecta víctima del vampiro que, implacable, a pleno día, entre los rosas pétalos, le chupa la sangre, la vida.. le inyecta el veneno esclavizante...
Y piensas que le está bien, y te acuerdas de la canción aquella: ¿qué hace una chica como tú en un sitio como este? ¿qué clase de aventuras has venido a buscar? Nena, estas fuera de sitio.
¿Acaso olvidó su condición de mosca de la mierda?
No había mierda en la rosa, ni nada parecido.
Y puede que quisiera cambiar de vida...
Fácil bajar la guardia en este paisaje, la mosca acostumbrada a los peores espacios, peligrosos, atiborrados de bichos de la peor calaña que podrían haber acabado con su vida.... y ahora ahí está, en las fauces de esa tan bella como fría depredadora, astuta araña verde de las rosas... Tendría que haberlo sospechado... que las apariencias engañan, que nada es idílico...

Y bueno, bien pensado, para las moscas de la mierda una rosa no tendría que ser un lugar idílico, ni siquiera agradable, más bien un infierno, pues se supone que les gusta la mierda, que la caca es el paraíso para ellas....
¿Quizá una fatal atracción por la araña? ¿Otra historia de amor, o desamor, interespecial?

Así vuelve la pregunta: ¿qué clase de aventuras, nena, has venido a buscar?

¿Una mosca masoquista, esclava en busca de su ama?

Pero para la araña esto no es un juego, sin duda, ni tampoco amor, ni perversión. No se prestaría a ser algo semejante: una atracción para una mosca de la mierda... no, eso no la dejaría en buen lugar... Ella no es una araña cualquiera, es una araña verde de las rosas. Su camuflaje es casi perfecto, y su técnica es impecable... no hay más, es su naturaleza.



Y ya que han salido otro par de canciones en el post y en los comentarios, voy a añadirlas aquí hoy, 2 de agosto.
Esta primera me gusta mucho, porque, a pesar de la letra, me transmite ¡optimismo! (y será por el ritmillo que tiene, y por la retranca...)



Esta otra fue la primera que se me vino a la cabeza cuando ideé el post, aunque particularmente me parece aburrida en el ritmo, en la cadencia... (la letra no tiene desperdicio, eso sí)

miércoles, 22 de julio de 2009

MaMá

Calcetines impares me esperan. Si consigo sentirme como La Celestina lo haré bien, sin prisas... Uno por uno lo colocaré sobre la esquina de la cama, lo plancharé con la mano y le daré la vuelta si es preciso, luego colocaré el otro encima, puntera con puntera, talón con talón, elástico con elástico, comprobaré el dibujo y el color, el largo y el ancho, volveré a planchar por encima con la hacendosa mano y los doblaré juntos justo por el talón, puntera sobre elástico, y cogeré la pierna de uno de ellos y me las apañaré para meter el conjunto dentro, sin que se desdoble, que quede planito, no hecho un lío, y volveré a planchar, el último toque, el apresto, el almidón especial, siempre con la cálida mano, la mano mañosa, perfeccionista, que deja los calcetines bien doblados, como mami, las manos de mamá.. esas manos...

Las recuerdo calcetando, veloces, uno del derecho, otro del revés, uno del derecho y otro del revés, hasta acabar la vuelta, luego pasa el primer punto sin hacer, para que no haga vuelo, y vuelta a empezar, con ritmo, siempre apretando lo justo: derecho, revés, derecho, revés... Con el dedal zurciendo calcetines, empujando y haciendo zigzaguear la aguja con destreza... no lo olvides: cosedora sin dedal cose poco y cose mal

Las recuerdo lijando las pequeñas piezas de madera en el torno, los dedos enfundados en esparadrapo, para que la lija se comiese la madera y no la carne, con ese halo mágico de polvo en cada toque, con pequeños remolinos antes de precipitarse por el tubo del aspirador.

Ahora las recuerdo haciendo girar la salsa bechamel en la sartén con la cuchara, pof pof pof, ¿ves? ahora que la del borde acompaña en cada vuelta es que ya está a punto. Y luego moldeando las croquetas enharinadas, casi todas igualitas. Yo las rescato del anaranjado baño de huevo en la cuna del tenedor y las meto en el pan rallado, un buen meneíto y listas para la sartén. Mami puede arrimar sus dedos al aceite sin quemarse, porque son las manos de mamá, ella puede toquetear las cacerolas y sartenes al fuego tentando al peligro, como una funambulista de la temperatura, arrima los dedos lo justo, ni más ni menos... Esas manos que saben hacerlo todo: limpian el pescado, despiezan el pollo buscando con el cuchillo el camino adecuado, como si fuera un bisturí, con la precisión de un cirujano, sin romper ni un sólo hueso... ágiles y pacientes, mañosas y templadas, polivalentes, bajo el agua casi hirviendo del grifo, arrancando las malas hierbas de las zanahorias y remolachas o frotando con mimo el infantil pecho con el visvapurú, ya estoy mejor.. sí, mami, mucho mejor... Esas manos: las manos de mamá.
[...]
- Mami, ¿me pones una peli?
- ¿Y qué peli quieres?
- Yo pienso... - pone cara de interesante a la vez que da pequeños toquecitos con su pequeño dedo índice en la tierna carita
- Qué? ¿Pensaste?
- ¿Me ayudas mami?
- ¿A qué quieres que te ayude?
- A pensar
- Pero, cariño, yo no puedo ayudarte a pensar - le digo conmovida
- SiiiÍ - me sonríe divertido
- NooO - le hago los coros
- Que sí mami, mira, así - me coge la mano y escoge mi dedo índice para dar pequeños toquecitos en su moflete desocupado...

viernes, 17 de julio de 2009

Graznidos

Ayer era tarde, muy tarde, cuando me acosté... Esas horas perdidas, desinvertidas en alguna pantalla. Y por la mañana, cuando tú ya no estabas, ocurrió el escándalo: graznidos insistentes, cercanos, para mí..
Estuvo más de quince minutos graznando, hasta que consiguió desvelarme. Eran antes de la siete de la mañana, ya había amanecido. Después dormité un par de horas, y mediosoñé un revoltijo de cosas... sin sentido, pero con sentimiento de preocupación. Aquellos graznidos míos...
Malditos cuervos, pobres, aves de mal agüero.. y sin embargo tan listos ¿qué sería de aquel del zoo, que sólo le faltaba hablar? He puesto y sin embargo, pero quizá tenga algo que ver... lo de presentir malas noticias con lo de ser listos... Aissss. Que no que no. Todo fantasías, todo preocupaciones mías. Graznarán todas las mañanas, pero en esta la preocupación antecede al graznido, por eso el desvelo.. por eso. Que van a saber los cuervos...
Y luego la tierra, los túneles... Malditos topos. Si el veneno no te mata te hace más fuerte. Y a juzgar por el número de montoncitos de esta mañana estos ya no son cientos, deben ser casi mil, y grandes, como conejos... Y no quería envenenarlos, pero de seguir así la casa se hundirá un día en la hueca tierra horadada por los expertos mineros.... agsssss, que por momentos me los imagino excavando, incansables, uno, dos, tres... un millón.. cada uno en su túnel...
De todos modos el cebo no parece efectivo. O son muy duros, o son muy listos... o ambas. Aparté la tierra de uno de los montones renovado de ayer, en el que recordé haber metido cebo envenenado... y allí estaba, intacto...
Cuervos, topos, y alguna llamada por hacer, con la pereza que me da... este es el resumen de esta fresca mañana de verano, en la que amanecí preocupada.

¿Y quién se preocupa por nosotros...?