Entonces sonreía, y otra impostora tomaba el control.... Y todo iba mejor. Aquella otra se parecía más a ella. Eso le gustaba pensar.
Cuando compraron la cabina de hidromasaje le gustó que tuviese un espejito de cortesía en uno de los laterales. Además, cada pared de la cabina era en si misma un espejo. Incluso a veces la divertía mirar su reflejo en los tiradores plateados de las puertas, que le devolvían imágenes deformadas, como en una feria, si se movía oportunamente se encontraba con cuatro tetas enormes...jaja. Era divertido...
¡Había jugado con su imagen en el espejo tantas veces!. Le hablaba, hacían bailes, cantaban... Ensayaban situaciones que luego, cuando ella no estaba allí, nunca resultaban igual.... Aisss, cuánto apoyo le ofreció aquella amiga durante su infancia. Cuánto tiempo pasaron juntas....
Poco a poco la fue dejando. Ya casi no hablaban. Casi ni la miraba. No encontraba tiempo para ella. Y así, la otra, la seria, la mala, la que le susurraba aquellas cosas con la mirada, era la que encontraba al otro lado del espejo....
Cuando se duchaba encontraba a ambas... Una en cada pared de la cabina. Se relajaba tanto que las dejaba a su libre albedrío. No las miraba demasiado para no agobiarlas, que se relajasen también..... Se turnaban las paredes.
Hoy la pared del espejo de cortesía era de la impostora mala. No se encontraba demasiado bien. Miró a su imagen amiga y le devolvió una mirada de lástima.... La otra, la de la miraba más dura y implacable, estaba como esperando el momento para atacarla... No se sintió demasiado inquieta.
Su imagen amiga intentó avisarla, pero no pudo hacer nada: como si de una despresurización se tratase, su alma se precipitaba por el espejo de cortesía.... y nada parecía poder parar ese proceso destructivo.....
Su cuerpo quedó inerte, sentado como una muñeca... empapado, medio vacío.... y sin embargo lastrado por la falta de voluntad, de energía....
Quedaba una esperanza, siempre queda una esperanza: la impostora amiga la sujetó fuertemente por el brazo pegado a su pared-espejo. La fuerza que tiraba en sentido contrario era muy fuerte. Sabía que si no conseguía sujetarla, lo poco que quedaba de ella se destruiría, se iría por aquella puerta abierta a los infiernos. Y ella iría detrás. No había sitio en ningún mundo para un reflejo huérfano.
¿Conseguirían vencer al mal?
No podrían hacerlo sin amor.
Había llegado la hora de saber la verdad: ¿era el amor una energía que no se crea ni se destruye, que sólo se transforma? ¿en qué se había transformado aquel amor? ¿es el odio lo que queda tras la transformación?