martes, 27 de octubre de 2009

Disparadas por el viento las gotas de agua nieve se me clavan en la piel desnuda

Disparadas por el viento, las gotas de agua nieve se me clavan en la piel desnuda. En ángulo agudo apenas avanzo contra los elementos que me rechazan severos, atacándome sin tregua sobre la espesa, fría y cegadora nieve. Ya no siento los pies. Descalzos, se han convertido en congelados palos que se van clavando en el suelo helado, escalando en esta horizontal e inclemente montaña. Mis momentos de vida están contados. Mi carne se congela durante largos segundos, que el recuerdo aprovecha para traerme fugaces fantasías, de los días de invierno al lado de la chimenea, del olor del fuego, del crepitar de las llamas. Pero nada consigue acallar el silbido del viento omnipresente... Calor. Sueño con el calor vital. Y lo sueño ahora, acrecentando la vívida sensación de que la fría muerte, me pisa los entumecidos talones...
Debí ser muy mala para someterme a este castigo autoinfligido. Hago un pequeño montículo de nieve y me respaldo en él, recogiendo mis piernas, acurrucándome de espaldas al asesino viento, que insensible, sigue silbando esa pegadiza marcha fúnebre. Estoy cansada de luchar, no adelanta mi fin, sólo prolonga mi agonía ¡Me dignifica! Pero ya tengo suficiente. Una vez más caigo en el pecado de la autocompasión. ¿Dónde he acabado y por qué? ¿Qué hago desnuda? Son preguntas demasiado obvias, cuyas respuestas no me hacen falta. Este, es mi sitio. No sé por qué, pero así es...  Al parecer, me merezco esta mi suerte. 
Me acurruco y me froto despacio sin apenas sentir nada, ni siquiera la aspereza de mi piel erizada, que observo de cerca mientras el hielo forma una gélida vestidura, que se mantiene unida a este trozo de carne medio muerta, como un natural velcro. Qué color tan extraño, el color de la muerte... que apenas aprecio ya. Es como un pesado y extraño sueño. Qué seré yo, y por dónde saldrá esta pena que llevo aquí, en la boca del estómago, ahora que no puedo llorar, que mis lágrimas se me adentran más y más para no salir a congelarse sobre mis mejillas, que mis ojos son cristales rígidos que ya no pueden ver. Imposible cerrar los párpados, aunque pesan mucho, mucho, cada vez más, con un montón de nieve acumulado en mis pestañas, a punto de precipitarse al vacío, ¡al infierno!... Ya lo veo. ¡Toda yo me caería al ardiente abismo!... Trágico equilibrio al borde, porque no puedo moverme, el deseo no es suficiente, ya no tengo voluntad, sólo soy una fría piedra de hielo, dormida, no... Muerta quizá. Soñando eternamente con esas llamas... 


Y este frío, también quema. 


Y habrá que conformarse...


Quizá venga el sandman y me lleve... a la tierra de nunca nunca jamás...

5 comentarios:

  1. La Tierra de Nunca Jamás linda con PaKistán y Afganistán. Hay fuego y creo que montañas. Me temo que allí no conocen ni a Rafa Pons ni a Metallica.

    No te pega nada conformarte.

    Un bexo

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  2. pareciera el testimonio de "viven", aquel accidente aéreo en los andes que obligó a sus polizontes a la antropofagia para sobrevivir en la nieve. hay muchas fórmulas para sobre-vivir. conformarse, comerse al prójimo. la nieve siempre acaba derritiéndose, eso seguro.

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  3. yo estoy con lo que dice raúl...
    aunque, no es por desanimar, pero existen los glaciares.

    pero el letargo, el sueño previo a la nada... ¡no!
    antes cómete al prójimo, che.

    y que sepas que me estabas agobiando con ese texto

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  4. Eu xa veño agobiado a priori; así que non te sintas culpable polo comentario que vou facer (e que os xoves son moi intensos na canteira. Todo quisque pensa no venres e non a rasca con xeito).

    Essssstoooo, pois do comentario quería dicir que todos queremos ser velcros ás veces. As finalidades de cada quén son as que son; o que pasa é que os velcros ó final atraen todo tipo de trapalladas...
    E gustoume moito esa mistura que fas da friaxe coa foto do "lume nas mans". Esa é a maneira de poder derreter o xeo. Sí señora!

    Bicos "avelcrados"

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  5. Los sueños a veces están lejos, tanto como sentir la nieve bajo tus pies hasta congelar tus pies y anhelar el calor vital.

    Pero aunque diste un mundo entre ambos, no podemos cansarnos de luchar.

    La historia de tu relato deja un halo pesado, de esos que no te dejan caminar ni respirar. De autoculparse una y otra vez de forma injusta.

    ¿Pues sabes qué te digo? Que no, que no me conformo con el frio :-)¿vas a hacerlo tú?

    Bicos, Pitima

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