lunes, 4 de enero de 2010

Aventuras de Reisiño Culeteiro

  - Reisiño Culeteiro - vocea la probablemente celadora, quizá enfermera...
Reisiño se levanta raudo y veloz al escuchar su nombre, y sin casi darme tiempo a dejarle los bolsos y chaquetas a papá ya está en el vestíbulo presentándose a la mujer. 
Con una sonrisa dirige su mirada hacia el retaco y le pregunta: ¿Eres tú?
- Sí - le contesta a la vez que consigo salir detrás de él antes de que la uniformada hospitalaria piense que el niño llegó solo.
- Sí es él - acierto a decir apresurada
- Pues vamos - ordena mientras da media vuelta decidida a que la sigamos tras la puerta que nos lleva a los boxes de urgencias del hospital de los niños.
Esto no es un hospital, mamá, es un colegio, ¿no lo ves?, intentaba convencerme señalando hacía un rato las pruebas indiscutibles, unos divertidos cuadros infantiles en las paredes de la sala de espera.
Unos metros más adelante tras superar la puerta (la típica de urgencias) espera una chica joven, morena, pelo largo y muy liso. Mediana estatura, tirando a pequeña, portátil casi, muy ágil... Aparentemente una niña, una adolescente... Nos ha tocado la pediatra guapa...
- Hola -
- Hola, ¿Reisiño? -
- Sí - contesto yo. El niño está entusiasmado. Cualquiera diría que hace una hora larga estaba postrado en el sofá, temblando y ardiendo con la fiebre, con los labios morados, y rodeado de dos enfermos más, pero de preocupación y sueño, papi y mami, impotentes después de dos noches de desvelos y cuidados aparentemente infructuosos.
La pediatra se sienta muy desgarbada, como si estuviera en su casa, a la mesa del box que nos toca, entre un montón de ellos, mientras la otra corre la cortina de dibujitos infantiles una vez nos ha hecho pasar.  Al parecer escribe, pero es más bien como si rayase el papel con el boli, estirando los dedos y cogiendo el instrumento de tan peculiar forma que se adivina imposible la tarea de leer algo allí después. Es zurda, quizá eso ayuda a que adopte esas llamativas posturas... El blanco de su uniforme contrasta con su morena piel y enmarca un pelo negro y sedoso. Hace calor. Sólo lleva el inmaculado uniforme sobre la ropa interior, además del estetoscopio y una graciosa y pequeña  calculadora azul colgados del esbelto cuello.
Mi niño se apresura por los dos escalones que lo llevan encima de la camilla de exploración mientras dice alto y claro:
- Tengo fiebre, mucha, una fiebre muy fuerte -
Yo lo miro atosigada ya ante tanta autosuficiencia, y la pediatra, hasta el momento acelerada en todos sus movimientos, se toma una pausa para mirar al niño con cara divertida...
- Caray, Reisiño, ya veo que no te hago falta - protesto
- Así que tienes fiebre fuerte... ¿y desde cuándo? - le pregunta ya a él directamente.
- A ver... dile desde cuando - ¿estaré presente, o sólo soy fruto de mi imaginación?
Sí, sí que estoy, y veo lo atiborrado que está urgencias, así que intento apresurar la entrevista y exploración:
- Empezó el 31, Nochevieja, antes de la cena.
- Y ¿cuál fue la fiebre más alta que tuvo?
- 39,6, hace un hora y media más o menos.
- Ya veo - se levanta para explorar al niño. Yo me aproximo un poco pero me corto cuando veo al niño totalmente entregado. ¡Totalmente entregado!
Cuando habíamos ido al Centro de Salud hubo que sujetarlo y no había manera de meterle el palito en la boca, ¡tarea casi imposible verle la garganta!
Recordé en ese momento todo el viaje en coche hasta el hospital: Mamiii, el palito no, el palito no que me ahoga.. Pero cariño, tiene que verte la garganta, tienes que dejarles que te vean la garganta, no te hace daño, sólo es un momento...
Nooo, mami, no quiero, que me ahoga..
Tiene que ser cariño.
Ahora la médica lo examina de arriba abajo, oídos, cuello, abdomen, garganta... Ni un ay. Vaya.
- Haremos una placa de tórax, para descartar una pneumonía, aunque yo no escucho nada- me dice mientras mi niño coge aire y lo suelta, como si fuese a soplar la tarta de cumpleaños, tal y como le había pedido su aspirante a novia. Él obedecía complacido mientras ella escuchaba su respirar y su corazón. Se me antojó una escena cuasirromántica. Creo que a Reisiño también...




Así que salimos hacia rayos, donde nos esperaba un celador que sin saber muy bien por qué, entabló inmediatamente una amistad con el niño, sentado a mi lado, en la única silla blanca entre todas las marrones... Aquí quiero mami. Vale.
- ¿Ya le has escrito a los reyes?
- Le escribí a Papá Noel y a los reyes también
- Yo le pedí un oso polar a Papá Noel y no me lo trajo - yo asistía perpleja a la capacidad de improvisación del fulano, barba de varios días, interesante, un tipo curioso.. Pronto tuve la sensación de que su conversación con el niño era un sutil acercamiento a su madre...   Vi que tenía práctica en hablar con niños desconocidos. Y ya me cansé de desconfiar..., sólo disfruté de la conversación.
- Claro, es que los Osos Polares son peligrosos - le decía mi niño
- Me dijo que no me lo traía porque comía mucha carne, y yo no tengo mucha carne... A los reyes les voy a pedir.... ¡un cocodrilo!
- Pero los cocodrilos son más peligrosos, que comen humanos los cocodrilos.. - le advierte mi hijo
...
- ¿Y esta chica es tu novia?
- Nooo
- ¿Entonces quién es? -
- Mi novia está en su casa -
- Eso no me lo habías contado a mi, que tienes novia - intervine al fin
Risas.
- Reisiño Culeteiro - asoma otra chica guapa
- Sí, soy yo - vuelve mi niño a entregarse a la aventura.
- Vamos a hacerte una foto por dentro
- Qué grande - miraba alucinado para la máquina de rayos.
- Tienes que estar muy quieto e inflarte como un globo
- Vale
- Mami espera fuera
- Voy
...
- Mami, lo hice muy bien. Me agarré aquí y me quedé muy quieto.
- Sí, lo hizo muy bien
- ¿Puedo ver la foto?
- Hummm... bueeenooo, pero calladito eh, que no se corra la voz, que luego todos los niños quieren ver y  no terminamos nunca..
- Bieeeen




Su padre esperaba en la sala algo preocupado. Cuando nos vió se le iluminó la cara. El niño no tenía pneumonía, sólo era una simple faringoamigdalitis. Un alivio.
No dejé de sentirme la típica madre histérica ante aquellos profesionales que estaban cansados de ver fiebres y gargantas. Pero no me importó, me iba tranquila para casa, y si fuimos al hospital fue porque un médico nos había mandado allí, no podíamos quedarnos con la duda....
Para mi niño fue toda una aventura.
- Yo siempre quiero ir al médico del hospital - decía animadísimo cuando nos íbamos ya para casa.
- Ojalá no tengamos que traerte más cariño - respondía su padre acongojado.
En la sala me dió tiempo a ver bebés con las batas de hospital, padres con cara de desesperación y el deseo en sus miradas de irse a casa con su niño, sin más complicaciones.
- Nosotros nos vamos a casa - pensaba yo, sintiéndome tan afortunada, una vez más.



8 comentarios:

  1. Os nenos teñen unha capacidade inmensa para recuperarse moi axiña dos males que máis preocupan aos seus proxenitores. Agora mesmo semella que están a piques de requerir coidados de UCI e nun plis (con gotiñas de dalsy) xa queren xogar coa pelota...

    (Outro día, con máis calma e co Reisiño sano, volves polo hospital e fíxaste algo máis nesa pediatra morena "portátil". Despois xa nos pasarás as referencias jajajaja xastamos!!!).

    Bicos X, raios X (malpensadossss)

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  2. Unha forma mala de empezar este ano. Esperemos que non se repita,Novia de Reisiño Culeteiro.

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  3. independiente, imaginativo, lenguaraz... ese hijo vuestro va a romper unos cuantos corazones dentro de unos años!! me alegra que sólo fuera un susto. a ver si le traéis un oso polar al chiquillo hombre, que se lo ha ganao!! :)

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  4. pues vaya susto para empezar el año!
    pero bien está lo que bien acaba.
    y mira por dónde gracias a ese mal rato vuestro, hemos podido conocer esas anécdotas do Reisiño Culetiro, que ya me ha dejado cautivada con su ausencia de timidad y su naturalidad.
    también iba a decir que valiente, pero claro, si se creía que era un colegio! jajaja

    un besito por el susto!

    lo del personal hospitalario yo creo que, en mi caso, su juventud es directamente proporcional a mi envejecimiento, porque la última vez que me atendió un médico pensé si habría terminado el bachillerato

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  5. No hay nada más tristet que las urgencias de un hospital infantil. Yo cuando mis sobrinos se enferman y me toca ir con ellos me muero de pena............

    Menos mal que sólo fue un susto, seguro que en unos días ya anda corriendo por la casa.........Menudo aspirante a playboy :P

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  6. Los niños cuando pierden la timidez, son los mejores embajadores... abren todas las puertas con una sonrisa o con una palabra... y si no abren una puerta, es que no merecía ser abierta.

    A ver si pasan los sustos, y no vuelven mas.

    Besos de Reyes.

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  7. mmm buen relato, volveré por aquí..

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  8. Cómo es que momentos de tensión y nervios, luego sacan nuestra risa?

    Un dandy o cativo.

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