Todos la miraron pasar. Miradas de desprecio, en algunos casos, en otros de incomprensión, de curiosidad, de envidia incluso, a veces una mezcla de todo y a veces miradas indescifrables, que la acompañaron todo el camino hasta que se perdió brevemente en una de las consultas. Salía acabando una sonrisa que se borró de golpe cuando se percató de la vuelta de las miradas. Su carga había cambiado: entró con una maltrecha carpeta rosa y salió con un montón de carpetas, igual de maltrechas, algunas azules y otras rosas. Muchos repararon en el detalle y se produjo un rum rum común y también variopinto en sus cabezas. Cada uno sacó sus conclusiones, que se reflejaron en sus ojos, a veces claramente, otras con velos de diferente grosor y color: paranoias, odios, incertidumbres, tristezas, impotencias... La mayoría de aquellas miradas estaban veladas, y pocas, o ninguna que pudiese descifrar, tenía buen trasfondo.
Un abismo se le antojó que había entre los malolientes miradores y ella. Se figuró caminando por un estrecho pasillo y pensó que cualquier desvío de su trayectoria sería fatal. Quiso salir rápido de enmedio de aquella cada vez más tupida telaraña de miradas antes de que fuese demasiado tarde. Apuró su paso y regresó a su refugio, abajo, detrás de la puerta que ponía PRIVADO, sólo para el personal. Según entró un compañero le entregó otra maltrecha carpeta, azul.
- Otra urgencia, esta es para el Dr. Rodríguez - le dijo.
- Ve tú, yo acabo de subir - respondió a la vez que le devolvía la carpeta.
El colega, algo contrariado, respiró hondo y salió decidido.
P.D. Y tiene razón Raúl, es mejor la original de Cat Stevens (yo no lo sabía!):
me gustó tu relato, inquietante. aunque no sé por qué, ésta vez casi tiendo a sentirme parte de la masa de las miradas amenazantes. al fin, la transportista de carpetas azules y rosa forma parte del sistema que trata a individuos como masa.
ResponderEliminaro así.
;-)
¿a cual se han cargado? ¿a cual? jejejeje....
ResponderEliminarYa sabes lo que dicen de las "manadas" y de como se comportan.... es lo malo de ser humano, que nos olvidamos de que somos animales... y como tales, en manadas, olemos el miedo ajeno.
Bicos.
Si, eu tamén me sinto como Zeltia como parte da masa mirona e con cara de cabreo. Eso sí, eu saio da casa duchadiño e cheirando ben sempre eh. E tampouco prometo quedarme mirando para as carpetas...
ResponderEliminarUn bico mirón
(Pobre porteador mancado. Son cousas que pasan).
Sí si.. Yo también soy masa. Todos somos masa alguna vez, y entonces dejamos de ser personas... ¿o no? jejejeje.. Bueno, el caso es que yo también simpatizo con algunas masas: pobres zombis... ¿acaso escogieron ellos ser zombis? ¿No fueron personas?. Los aniquilan como si fueran animales...
ResponderEliminarA veces, la gente toda junta da miedo.... ¿y por qué no se lavan?
Pobres zombis.
Si al final somos todos una panda de rojos comunistas...
o así... jajaja.
la enfermedad húmeda de los malolientes miradores se había filtrado al suelo, desparramándose, contagiándose... necesitas unos días de vacaciones, lejos de ese lugar contaminado!! mucho mejor (yo creo) la original de cat stevens, eso sí.
ResponderEliminarIncreible el poder silencioso que ejerce las miradas ajenas...
ResponderEliminarInteresante relato, e inquietante.
ResponderEliminarEl transcurrir de los hechos es tan vertiginoso que no puedes levantar los ojos de la pantalla. LUego sientes todas esas miradas silenciosas; observando, analizando y enjuiciando.
Bicosss