martes, 27 de noviembre de 2018

Memorias 1: Exposición de motivos.

Ya me voy quejando de más. Me cansé.
Releyendo mi blog, que sí, de vez en cuando me divierte hacerlo, pues me doy cuenta de que efectivamente he cambiado bastante, de que me estoy haciendo mayor y que cada vez que escribo, aunque creo que es un ejercicio que me sale bastante bien, me voy haciendo repetitiva y quejica. Ya no me interesa tanto lo que escribo, y no será que no pienso cosas interesantes a veces, no será porque no dejo rienda suelta de vez en cuando a la imaginación.... pero me da pereza dar forma a las historias, o contar sin pudor lo que me pasa por la mente... Me lo voy guardando para un después que nunca llega, que se sustituye por un olvido ya casi omnipresente.

He pensado en cambiar de estrategia. Voy a dar de comer a la memoria. Como si tengo que inventar. Sé que no será así, que si me sale es que existió, o existe, o existirá. Las mentiras no existen como no existe la verdad. Impepinable.

Y sí, me siento farsante, muchas veces. Y entiendo a los farsantes... cuando antes los detestaba, porque me he dado cuenta de lo interesantes que son y de cuánta verdad tienen. Verdad y razón.
Cómo era aquello, Descartes, la existencia de Dios. Las 3? 5? pruebas de la existencia de Dios? Pues iban a ser 2... Bueno, perdón, me salió esto pensando en los farsantes... :) Fue la primera vez que me sentí estafada cuando estudiaba, filosofía, aunque bueno, no confiaba yo mucho en que pudiese ser de otro modo... Cómo alguien puede probar la existencia de Dios. Además, que mérito iba a tener la fe entonces............... Aissss cuántas trampitas.
Las trampas nos hacen interesante la vida, y nos prueban y nos hacen conocernos mejor a nosotros mismos...
Lo de la duda metódica está bien. Yo siempre la practiqué bastante, pero a veces es molesto. Llegada una edad tanta duda agobia. Lo que es es, te apetece que sea y es y será y tan a gusto que te quedas porque qué pasa... ¿que al final no es? ¿te engañaron? Bueno, mujer... qué más da. La ignorancia consciente tiene su punto de tranquilidad interesante cuando ya por fin eres adulta adulta, 2 veces adulta, segunda edad vamos a poner...
Ya ya ya... deprime un poco también, perder toda aquella curiosidad... aquella ansia de verdad, de conocer, de saber... Que vas dejando de averiguar, de recordar, y eso es vivir más lento... hasta que te paras. Supongo. No sé.

Pienso mucho en mamá, y en cómo se olvidó de tanto... de casi todo. Y me pone triste. Tanto entusiasmo en aprender, tanta curiosidad, para que al final se esfume todo por el desagüe de la no existencia.... Agujero negro neuronal.

Pues eso, quizá empiece a recopilar algunos de mis recuerdos. A tirar del hilo.

Lo primero que recuerdo de mi vida.
Pues creo que es el azúcar. Y aquel niño... Mi hermana de canguro... la cuna, la siesta en las literas de abajo, la nieve, las chocolatinas (los duplos) de Frau Néguele. Nunca escribí su nombre.. Seguro que no se escribe así. Seguro.

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