¡Hay tantas mentiras al viento! Las cazas como auténticas, porque vuelan muy convincentemente, pero no... no son... que las apariencias engañan...
Aisss... pero qué ingenua me eres Piti...
No no... Piti no... Marga, Marga es la ingenua. Piti no existe.
Sí, existe más que Marga.
Mentira.
Verdad.
Ambas.
Aceptamos barco.
Pretty Woman...
Y no soy puta. Tampoco una santa.... Una se desenvuelve como puede... Mis atributos no dan ni para lo uno ni para lo otro....
No era una boutique para ricas o mantenidas. Era... una boutique para tu mascota!!!!
Ah... mira... una tienda de animales, pensé cuando lo vi de lejos, amplio escaparate, muy vistoso establecimiento....
Paseaba con mi niña mientras el reisiño estaba en clase con la optometrista, practicando para contrarrestar su lateralidad cruzada (hay que ver qué cosas se descubren ahora... que antes andabamos a monte total y bien que nos íbamos criando.... bueno.... unos más cruzados que otros... está claro... jaja)
Entonces me acordé...
Sindy esta mañana dando un paseo |
Mi atuendo no era muy adecuado para entrar en una boutique... vaqueros desgastados y medio rotos, camiseta rosa de Minie... y una niña pequeña con atuendo parecido...
Su mirada me dio el primer empujón hacia atrás.... Me di cuenta de lo desencajadas que estábamos allí... Un vistazo de refilón al fondo de la tienda me convenció de aquello de "que hace alguien como yo en un sitio como este".
Su pregunta decía eso mismo: ¿te puedo ayudar en algo? esto es, acompañando con su actitud y mirada me estaba diciendo: ¿qué crees que haces entrando aquí? ¿tu te has visto? No sé qué quieres pero no, aquí no lo tenemos... para ti, no.
El fondo de la tienda era todo un vestidor lleno de todo tipo de complementos para la mascota... para disfrazarla de persona. Supongo que aquella dependienta-encargada se espantó imaginando a mi niña trastear con todos aquellos vestiditos y collares... aaaaaah... a la pobre no le dio ni tiempo de verlos, en el mismo umbral de la puerta la mujer nos tapó rápido la vista y me obligó a exponerle rauda y veloz qué era lo que me proponía entrando allí.
¿Tenéis comida para tortugas? le pregunté ingenua pensando que una tienda tan grande y tan aparentemente pretenciosa tenía que tener absolutamente de todo para cualquier tipo de mascota.
No, no tenemos, dijo sin un asomo de duda, casi sin esperar a que terminase la pregunta....
¿No tenéis? le dije contrariada, como pidiéndole explicaciones, incrédula!
No. Es que todavía estamos montando la tienda ¿sabes?
Ah. Pues nada.... dije mientras me daba media vuelta con la niña extrañada de tan pequeña excursión a aquel nuevo continente... Pero mami... ¿no entramos?
La mujer prácticamente nos echó del establecimiento y cerró la puerta una vez nos vio fuera, salvando su negocio de clientes poco recomendables para la reputación que esperaba tener....
Volvió a su mostrador de diseño a hablar con un comercial muy bien vestido que traía unos catálogos.... de gambas! seguro que eran de gambas!!!
Seguimos nuestro paseo y en mi cabeza sonaba insistente aquella canción. Tardé un poco en darme cuenta de por qué...
Y al día siguiente, mientras el reisiño practicaba su kung fu, la nena y yo fuimos a la tienducha de siempre, en un bajo de una casa muy vieja en el centro del pueblo, nada más entrar un fresco agradable de bodega nos esperaba... ¡qué calor hacía en la calle! Unas fuentes llenas de pececillos de colores nos recibió. La comida para tortuga estaba allí, al fondo, justo las gambas que le pirran a Sindy. El loro azul nos miraba simpático... esperando la retahíla de tonterías que todos le espetaban intentando que él contestase algo...
Sólo habla cuando le da la gana... nos explicó el viejo entrañable.
Esta sólo tiene gambas ¿no? le pregunté enseñándole le tarro que yo misma me había servido.
Sí, esta sólo tiene gambitas.
Mejor, es que ella sólo come gambitas. Supongo que la tenemos mal acostumbrada.
Sí... rió el hombre... suele pasar....