domingo, 1 de febrero de 2009

Desentráñame

Nuestra mente es una cámara acorazada. Acorazada, que no, no viene de corazón, ¡viene de coraza! De coraza. Como las cucarachas. Una coraza que protege algo supuestamente importante. Nuestra mente es valiosa. Nuestros pensamientos son el fruto de esa máquina tan valiosa.... ¿Los alquimistas, buscarían precisamente eso? Tanto buscar, y la respuesta la tenían en sí mismos, aunque muy bien protegida. ¿Protegida por quién? Nosotros nacemos así, con la mente acorazada... ¿Alguien sabe si nuestra mente nos pertenece? A veces produce pensamientos e ideas que no entendemos... ¿Será que no somos dueños del vaivén de nuestro flujo neuronal? Será. Y cuando soñamos... cuando soñamos... ¿Seremos baterías andantes, cuya única motivación consiste en querer saber sin llegar a conseguirlo jamás? ¿Tenemos real libertad de pensamiento? Nuestras capacidades están infrautilizadas, así que gran parte de nuestro cerebro no está a nuestra disposición. Sólo ocupamos con nuestra libertad de pensamiento, a voluntad, una pequeña parte, como para mantenernos ocupados, despistados de la otra que podría ser la auténtica utilidad de la máquina. Una ilusión, un entretenimiento que nos obliga a mantener el órgano vivo, recargando la batería una y otra vez sin saber muy bien por qué. Tenemos que vivir. Tenemos que pensar. Mantener vivo ese órgano, esa máquina hacedora de ideas, buenas y malas, ¿absurdas? 
¿Acaso tenemos la combinación secreta? No. Algunos se han pasado toda una vida buscándola, y se han vuelto locos, y se han lobotomizado intentando descubrir el secreto, las entrañas del pensamiento, la lógica, el futuro, el producto alquímico, el tesoro. Saber, saber. ¿Cómo estudiar un órgano cuando la única herramienta que tenemos es el propio órgano? ¿Cómo la máquina va a desentrañarse a sí misma?
Vi a una amiga de la adolescencia paseando por la playa en bici, trazando círculos y elipses al azar, como haciendo tiempo.... Se aceleraba cuando iba hacia la orilla por la arena endurecida y húmeda. Era una playa pequeña, encajada entre las rocas, pedregosa y estrecha. El suelo irregular hacía que el conjunto, mi amiga y su máquina de paseo, se sacudiese. Yo pensaba, desde la ventana de la extraña casa en la que me encontraba que no podría hacerlo mejor. La aceleración y la inestabilidad de la bicicleta me producirían vértigo, pérdida de control y acabaría sin lugar a dudas en el suelo. La miraba orgullosa: ¡qué bien lo hacía!
Inmediatamente me pregunté cómo había llegado ella hasta allí. ¿Había venido a verme? 
Estaba en aquella casa, mi madre estaba enferma en cama y yo deseaba protegerla. Una casa en la playa, cerca del mar. Me producía inquietud. Inundaciones.
Para llegar allí había conducido mi SuperLaguna: entiéndase, cuando la cosa se puso fea, aquel coche tenía la facultad de flotar por la riada y de llevarnos a donde debíamos llegar, a aquella casa extraña al lado del mar. Pero todo era una trampa. No es que yo fuese una experta al volante... no. Alguien, un ente malvado y superior se había hecho con nuestras mentes. En especial se había hecho con mi mente. Había conseguido la combinación secreta y había entrado como si fuera su casa. Allí supo todo lo que yo e incluso más, pues en rincones inaccesibles para mí podía entrar él. Él. Malvado. Pero en esta parte de la historia yo todavía no lo sabía. Y ya que la historia es mía y soy también uno de los personajes, para más señas el protagonista, quise darme una pista. La aproveché muy bien, me sentí orgullosa de mí... ¿dirigiendo mi destino? ¿era lícito aquel nepotismo?. Así que salí a hablar con mi amiga y le pregunté qué hacía allí, ¡hacía tanto que no nos veíamos!. Habíamos perdido el contacto hacía mucho tiempo... ¡décadas!.
- Cómo... ¡pero si hablamos por teléfono! ¿No lo recuerdas?
- No.
- ¡Qué extraño!
Y entonces até los cabos sueltos. No podía haberme olvidado de aquella llamada. Y mi amiga estaba segura de haber hablado conmigo, teníamos que encontrarnos allí en esa extraña y gris mañana. Aquella ausencia de memoria sólo podía explicarse si alguien se había hecho con el control de mi mente ¡quizá con el de más! (qué lista.. ¿verdad?).
Así que ese alguien sabía lo que pensaba, sabía lo que me proponía, sabía dónde estaba y a dónde quería llegar, incluso sabía lo que ni yo sabía que sabía.... Me entró el pánico. Me dirigí con urgencia a ver a mi madre y le dije que confiase en mí, que ya se lo explicaría todo pero que de momento no podía siquiera pensar en lo siguiente que haría, no podía contarle la conclusión a la que había llegado, porque Él lo sabría, y eso, eso... era peligroso. ¿Qué es lo que está ocurriendo?

- Maaamiiii... ¿ya es de día? -

¿Qué es lo que está ocurriendo?

- Maaamáaaaaa -

Pero Qué...
Cogí el despertador de encima de la mesilla y lo acerqué intentando enfocar con la vista..

- Sí mi amor... ya voooy -

¡Mierda! ¡Me he quedado dormida!



7 comentarios:

  1. jaja.
    Pitima, siempre he pensado que la mayoría de los sueños son interesantísimos, sobre todo los que no logramos encontrarles significado a la primera.
    Debe ser muy divertido y entretenido tener una conversación contigo. Este soliloquio ha sido fantástico para desenmarañar algunas mentes y cuestionarse la presencia de ese ente que todo lo supervisa.

    Un bico, amiga.

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  2. Gracias Neli, pero lo cierto es que no soy yo una gran conversadora... Me gusta buscarle sentido a los sueños, eso sí, creo que si supieramos interpretarlos correctamente tendríamos la clave para muchos de nuestros misterios...
    Un bico.

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  3. Yo creo que despiertos no controlamos tampoco los pensamientos, aunque los encauzamos, retomamos, cambiamos, enfocamos... pero siempre los pensamientos condicionan nuestro estado de ánimo, y no a la inversa. En cambio en los sueños no intervenimos,y así salen, historias fantásticas.

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  4. Neuronas? Control?
    Es más fácil. La versión oficial es ésta:
    En la mitología griega, los Oniros (en griego Ὄνειροι Oneiroi, ‘sueños’) eran las mil personificaciones de los sueños.

    Hesíodo[1] los considera hijos de Nix (la Noche) sin intervención masculina, si bien ciertos autores consideran a Érebo (la Oscuridad) su padre. Eurípides los consideraba hijos de Gea (la Tierra) y los concebía como demonios de alas negras. Ovidio, quien los considera hijos de Hipnos (el Sueño), menciona a tres por sus nombres: Morfeo (el más célebre y considerados por algunos su jefe), Iquelo o Fobetor, Fantaso y el poco conocido Alcíone.
    (He dicho oficial)

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  5. bueno, me tranquiliza que la cosa se resuelva con una pesadilla, fíjate! despertar es de alguna manera refugio, protección... coraza... ays!

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  6. Pois a min xa me ten pasado que me despertan no momento máis interesante do soño. E quero volver dormirme para retomar.
    Nunca o logrei. Ti, que describes con tanta sutileza, si?

    Bicos soñados

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  7. Los que se hacen con el control de nuestras mentes se llaman "publicistas" jejejeje....

    Los sueños son los caminos que vemos en otro estado de consciencia, a los que no podemos llegar despiertos, de ahi que nos cueste tanto desentrañarlos.....

    Sigue escribiendo tan bien, y contandonos tus sueños así.

    Bicos....
    pd. ¿estaré escribiendo esto o será un sueño?

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