Tiempo de tormenta y vendimia.
La novena de tormentas. Pero a veces son más de nueve... Y quién se para a contarlas.
Nos robaron el útero.
¿Cómo han podido robarnos el útero? Y sí. Ahí dentro de nuestras entrañas, a veces late, se contrae, se vuelve una medusa, un pulpo, una serpiente... por momentos bien ínfimos se hace notar y nos asusta.... porque no tenía que estar ahí... ¿qué es eso? Lo que nos han robado sin llevárselo... Y no sabrían cómo se usa. Nos robaron la capacidad de sentirlo, de navegarlo sin navegar. Porque ese va con piloto autómatico: el bicho dentro del bicho. Tratar de gobernarlo es imposible y doloroso. Es un extraterrestre en nuestros vientres... Poseídas...
Quemadlas pues!!!
Y así fue.
Y lo hicimos invisible. Lo acallamos. Con mucha culpa, con mucho miedo. Y sufrimos. Y seguimos sufriendo. Mientras no lo liberemos de nuevo, para proporcionarnos el placer debido, así será.
Cómo es posible... que nos hayan robado algo tan importante de nuestro ser....
Somos culpables. Es nuestra responsabilidad protegerlo. De su buena salud depende mucho más de lo que creemos. Todo empieza allí.
El parabrisas se vuelve una pantalla con efectos: la imagen se hace impresionista, se deshace, se desdibuja, y las líneas tiemblan, se ondulan... como el útero. Pero sólo es la lluvia, el agua vital hacedora... junto con la luz, junto con mis ojos, junto con mi útero...
Si, tés razón: a vída mátanos; pero mentras non o logra...hai anaquiños que ben merecen un novenario!!!
ResponderEliminarBicos visibles