jueves, 28 de noviembre de 2013

No es bosque para hadas viejas

Cargó cámara y trípode. Se había pintado con brillantina y recogido el pelo en un moño enano, su pelo ya no daba para más... Intentó recoger sus alas para meterlas bajo el abrigo, tarea inútil. A la princesa hada Barbie le sale bien, se las pone de falda sin problema. Pero no es una princesa Barbie: el disfraz de hada era del todo inapropiado. 42 tacos, no, las hadas no viven tanto ¿has visto hadas viejas tu? Sí, en Shrek sale una... pero es una comedia... sospechosa.
Da igual. Se saca las alas, ya se las pondrá allí.
Mete todo en el maletero del coche y recorre un pequeño trecho, hasta un bosque cercano. Aparca y se adentra con sus bártulos.  Se oye cerca la civilización, se aleja un poco más, no quiere que la vean. Encuentra el lugar idóneo, se oyen perros y coches, pero algo lejanos. Allí podría grabarse. Coloca la cámara en el trípode. Hace algo de frío. Pone la música en el reproductor del móvil. Va entrando en calor moviéndose y bailando mientras se coloca las alas y golpea con los pies en el suelo cubierto de hojas secas. Pero el vaho de su aliento delata la temperatura en su cámara.
Da igual.
Empieza su show: baila sobre las hojas secas ante el ojo de su máquina. A ver si consigue enamorarla...
Acaba la música y se acerca a comprobar la toma. Comprueba lo trasnochado de su actividad... Qué coño hacía allí?? La cámara le muestra la cruda realidad.
La cruda realidad. Vuelve a repasar el clip y entonces la realidad se vuelve aún más cruda: allí, detrás de ella, testigo mudo, colgaba la figura de un hombre de la rama de un árbol... lo bastante camuflado como para no haberse dado cuenta antes. Emitió un gritito y levantó la vista buscando el ahorcado pero no lo encontró. Intentó relajarse, no podía ser...
Volvió a rebuscar en la cámara inquieta, dando vueltas asustada con un ojo en la grabación y el otro alerta... Allí estaba, meciéndose grotesco y ahora... moviendo los ojos, siguiéndola con la vista!!!
Gritó dejando caer la cámara y temblando de miedo y frío. Intentó correr pero tropezó con algo bajo las hojas... una mano humana que salía buscando su pie.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!
- Cariño... qué pasa?
- Joder, otra vez, soñando con la Barbie hada.
- Ya pasó mi amor, sólo fue un sueño.
- Voy a la cocina a tomarme algo caliente. Me he quedado helada.
- ¿Quieres que vaya contigo?
- No, no te desveles, dentro de un rato ya tienes que levantarte...

viernes, 8 de noviembre de 2013

Sólo tres pasos

Y qué le voy a hacer, si cada día tengo menos vergüenza y más ganas de pasármelo bien....

Gracias raúl

sábado, 2 de noviembre de 2013

Tejer

Recuerdo a mamá tejiendo. Mamá hacía jerséis y chalecos, para mi y para Juan. Ahora casi no ve... No compraba casi lana. Yo misma la ayudaba a deshacer los que se iban haciendo pequeños o no valían por lo que fuese, y a lo mejor, con un ovillo más, tejía uno nuevo, mezclando colores y fibras, tejiendo otra vez en un nuevo diseño. Recuerdo en especial uno verde que me puse mucho muchísimo. Tenía verde claro, verde oscuro, blanco y un poco de amarillo, jaspeado. Calcetado en punto liso y a medida para mi, con su cuello y sus botones para el escote. También me acuerdo de uno malva y azul, un violeta oscuro, con cuello vuelto... Era difícil de meter por la cabeza, tenía que ser antes de las trenzas, o el peinado se iría al garete... Luego era muy cómodo. 
Me gustaba mucho cuando había que probar. Ese cariño era muy especial.
- A ver, ven - y allí iba yo feliz de la vida a que mami me pusiera la pieza con las agujas colgando debajo de las axilas, mirando si había que meter más o menos, cuántas vueltas le quedaban para la sisa... El calor de las manos de mamá traspasaba los tejidos... Aquellas manos. Aún ahora son cálidas, aunque ya no las sienta a menudo.
La señora Aurora era la más prodigiosa tejedora del barrio. Se sentaba al sol, a un costado del taller de tornería, y allí movía las agujas como una máquina... rápido. Y aquella labor iba creciendo allí debajo, en su regazo, siempre perfecta... ni muy flojo ni muy apretado, aquellos puntos se deslizaban por las agujas como bailarines en una perfecta coreografía de ballet ruso...
A veces ni miraba, estaba charlando con otra vecina sin parar de tejer... 
Nos enseñó un poco a las niñas del barrio. 
Mi tía sí que era una prodigiosa. Esa le daba al ganchillo como una profesional, hasta vendió unas cuantas colchas, pesadísimas, y elaboradísimas, eso sí. Se cotizaban, creo que aun se cotizan... aunque a mi no me parecen nada prácticas. Ella tenía todas sus camas con una colcha manufacturada en perlé, con sus volutas, sus flecos, sus flores, sus fantasías tejidas con gran arte. Por supuesto las retiraba antes de dormir. Ni se te ocurriese sentarte encima de una de ellas... Eso sólo podía hacerlo la muñeca de cara blanca que daba miedo. Brillante cara de porcelana....
Colchas que no valen para abrigarse ni dormir, muñecas con las que no se podía jugar.... 
En casa de la tía no se podía hacer casi nada.... Casi ni pisar, porque el suelo estaba brillante, perfectamente encerado. Para sentarse en le sofá había que darle la vuelta a los cojines para no estropearles su precioso y barroco tapizado.... y así sucesivamente.... La casa de mi tía era un mírame y no me toques... así que no la visitábamos mucho.
Sin embargo, me encantaba que viniese a casa, y verla ganchillar, y que intentase quitarme las cosquillas sin conseguirlo jamás... :)
Y los merengues de dos pisos que me traían los domingos. O los gusanitos de los días de labor...
Ella me enseñó a ganchillar.
Hice algunos tapetes.
También hice amigurumis antes de saber que eran amigurumis, y esos me los enseñó a hacer Angeles, catequista y profe de mates amateur. Tengo que rescatarlos del trastero...
Y las damitas. Damitas calientahuevos.... :) duros...  Esas las hacía Frau Negelle, o era Frau kog??, vecinas alemanas de Alemania (donde un día nací y viví). Yo conseguí copiar una a los 10, 11 o 12 años. No sé dónde se quedó, creo que la tiene mi madre, sin huevo, con papel de seda debajo de las faldas... :)
Tengo ganas de volver a tejer... Tiene algo especial, espiritual.... ancestral.

Mira las arañas, qué bien lo hacen.