- No me gusta dejarte sola... ¿estarás bien?
- Sí, tranquilo. Además estoy en el hospital, si me pasa algo alguien echará mano de mi ¿no? - lo miro a esos ojos, tan suyos - Qué me va a pasar... - le sonrío
- Ya - hace un leve gesto de contrariedad y me acaricia el pelo - pero vete despacio, y en cuanto salgas me llamas eh
- Síiii, no te preocupes, llego con mucho tiempo, iré despacito y con buena letra, vete a buscar al nené y luego me recoges - nos damos un piquito en los labios y salgo lenta, aparatosamente, del coche en la esquina donde paramos.
Camino y sonrío mientras le digo adiós con la mano porque sé que me vigila por el retrovisor hasta el final de la calle. Qué preocupón es.... Cómo lo quiero... y cómo me mima...
Me balanceo un poco al caminar, intento disimular mis andares de Fraga, pero me resulta difícil... Un buen suspiro. Me siento bien sola, un ratito, conmigo misma, con mis pensamientos, con el mundo a mi disposición, alrededor...
Subo despacito la escalera. Aquí, en esta ciudad, todo son cuestas y escaleras. Un cariño especial para ella que me acogió tan bien, hace ya cuánto... ¿9 años?.. Tampoco es tanto, pero todo cambió, parece toda una vida, un nacer de nuevo. ¡Lo de antes se siente tan lejos! Casi ajeno...
Y qué es la vida más que un Tango. Y qué es un Tango sin pareja.
¿Y sin música?
Me enamoré, por eso me vine, detrás de él. Todavía recuerdo a mi suegra, por teléfono, pidiéndome que me viniese de una vez, que no le gustaba que le secuestrase a su hijo todo el tiempo libre disponible, viajando a Turquía, donde yo vivía, sola, pero bien, en mi pisito de soltera, sin mucho dinero, el suficiente para mi y algunos gastos simples. Siempre podía irme a casa de mami, pero era un paso atrás. Preferí, ya que tenía la posibilidad, quedarme sola en el piso, que al fin es de mi familia, cuidando de mi lo mejor que supe, madurando un poco, que me hacía falta, buscándome la vida, la identidad, trabajo, amigos...
Las oposiciones a las que me presenté dieron su fruto y me apunté en las listas de los portugueses, para poder irme con él, mi Druida. No quería irme hasta no tener mi propio sustento, no quería que nadie cargase conmigo, no me iría sin nada, por mucho que mi suegra me insistiese...
Al fin me llamaron y me vine. Dejé Turquía, con el beneplácito de mi suegra, el pequeño disgusto de mi madre, y empecé a trabajar en serio, ¡con paga mensual y todo!. Me casé de nuevo, esta vez puro trámite, sin traje blanco de princesa, ni velo, ni cola, ni peluquerías. Sin flores, sin iglesia, sin casi gente, un par de vecinos, mi suegra, mi cuñada, y el juez de paz, entre semana, y qué día fue ¿un jueves? aiss ¡no me acuerdo!. Un par de fotos nada más. Estaba nublado, pero era julio, creo que el 18... Luego unas empanadillas en un bar de tapas..., y por la tarde un paseo por Samil....
Nos hipotecamos dos veces, la primera para comprar un piso y la segunda para comprar esta casa, una vez vendido nuestro primer hogar. Y aquí nos quedamos, en medio del monte, en este pueblo que ya es mi pueblo, en donde trabajo, en donde nació mi niño, nuestro niño.... Muchas cosas en 9 años, en los 11 que han pasado desde que conocí al preocupón...
Pues sí que me cambió la vida... Vaya que sí...
Atrás quedaron aquellos días largos y vacíos. Vacíos de un modo especial porque siempre intenté mantenerme ocupada, evitando al diablo... Aquellas noches anhelantes, llenas de sueños, y a veces pesadillas... Aquel sinfín de jornadas iguales esperando... a ver qué pasa... a ver cuándo llega mi oportunidad.... Aunque eso vino después, la esperanza, porque antes hubo algunos meses de lágrimas. No sabía que se pudiese llorar tanto, ¡días enteros!, pero nunca llovió que no escampase, hasta en 100 años de soledad paró de llover un día, y entonces me di cuenta de que no se estaba tan mal, que seguía allí, evitando al diablo, contaba conmigo misma y podía permitirme el gimnasio (ay mi aerobic, cuánto me ayudó), mi academia para las opos, ¡y tenía un coche para moverme libremente! Una chica con suerte, sí, cuánto peor podría haber sido...
Pero no podía vivir así eternamente. Necesitaba aprobar las puñeteras oposiciones, encontrar un trabajo digno, un amor verdadero.... ¿Y si ya había pasado mi oportunidad? ¿Y si ya no había más? ¿Cuánto podía durar en medio de aquel mar en calma, sin una pizca de viento que me llevase a algún sitio? Tenía suficientes provisiones y medios para no morirme de hambre, ni de frío o calor.... pero.... ¿Sobreviviría sin nada más?... ¿Qué sería de mi alma? ¿Tendría yo capacidad para ser una loba solitaria? ¿Acaso no había sido peor antes, que al fin también estaba sola... tan sola... encerrada en una relación claustrofóbica y destructiva? ¿Podría retomar mi vida, mi ser, perdonarme por haberme dejado encerrar, por ser la cómplice de la destrucción de mi alma?
Evitar al diablo, al diablo que nos habita... Esa era mi prioridad...
Ahora casi lo veo como una tontería, aquel sufrimiento... ¿Cómo no podría haber algo más? ¡Era una niña! ¡Tenía 27-28 años!
Aun soy una niña.