miércoles, 24 de junio de 2009

De ToNToS

Y qué voy a hacer...
Ver pasar los días, ver pasar las horas, ir haciendo lo que me apetezca, cuidarme, sentirme, cultivarme, todos mis mes, sí, todos los mis mes conmigo para mí. Eso.

Y no, no es tan fácil. Nada es tan fácil, ni tan difícil. Ni tan claro, ni tan oscuro. Ni existe el olvido, ni la memoria. Todo se mezcla, todo es plural, todo es así... en parte siendo y en parte no.

Puedo mirar a ese cielo tan inmenso, tan azul... y esperar que una gaviota me cague, que dicen que da suerte, y qué menos, que para curarte del asco hace falta mucha compensación, que la cagada de una gaviota no es moco de pavo... jajaja. Menudos pájaros... o no tan menudos.. aisssss ¿de donde habré sacado yo este humor tan, tan... ? ¿de dónde lo habré sacado?

Los tres en el ascensor, subiendo. Ellos dos y yo. Un impulsivo, un ... un dale mil vueltas a todo sin llegar a nada concreto, o a algo, pero después de matar de aburrimiento al compañero, y una ... una ... bueno, y yo.
Venimos de un café (llegamos antes de la hora). Estamos preparados para la reunión en la octava planta. ¿Estamos?... jajaja, deberíamos dejar de reírnos, no parecemos serios.
No.
No. (Un silencio con sonrisas de fiesta)
Idiota.... gilipollas.., le espeta Dale Vueltas a Impulsivo mientras se le acerca estirando el cuello, simulando querer guerra..
Jajajaja
Creo que no funciona.
No.
No, eso no consigue ponernos belicosos.
Si quereis cuento un par de chistes malos de los míos.
NO, soltamos a lo unísono Impulsivo y yo. Dale Vueltas siempre tan servicial...
No os preocupeis, yo enseguida me pongo en situación.
Se aproxima el ascensor al vestíbulo de la planta de directivos mientras tratamos de disimular la risa floja. Allí enfrente, abierta de par en par está la puerta de nuestra directora, la superjefa, a la que tendríamos que apretar las tuercas para mejorar nuestras penosas condiciones de trabajo.
Impulsivo trabajó con un sindicato, tiene contactos... Bueno, al parecer así consigue que la Directora haga sitio en su agenda para recibirnos.
Y allí estamos tres pringadillos, del grupo D (el penúltimo de la fila) para hacernos ver, escuchar. ¿Saben que existimos?
Buenos Días. Buenas... Buenas.... Sentaros. Ya nos concocemos. Sí, eso creo. Sí. Tú eras... sí, y tú... sí sí... Contigo coincidí en... Ah sí, ya me sonaba tu cara.
Al final sólo recuerda el nombre del sindicalista. Y Dale Vueltas pensando que postponía la cita porque le dábamos miedo... jajaja. Qué ingenuo. Impulsivo también peca de ingenuo, pero está algo más al día. Yo... yo peco mucho, demasiado, pero la ingenuidad ya me queda algo más lejos, aunque no pierda la esperanza de que haciendo más ruido quizá nos hagamos oír, como los de Villaquién... jajajaja, quien sabe dónde estará nuestro Horton, nuestro elefante salvador... Sin duda el alcalde es Impulsivo Sindicalista, el que nos quiere salvar, y hará lo que haga falta, porque quiere tener una vida larga y tranquila en Villaquién. Y quién no. Ja.
La reunión empieza tímida. Primero habla Impulsivo, el promotor. Estamos muy mal. Sí ya sé, pero no disponemos de plazas, no me las dan, y aunque me las dieran no estais los primeros, ni siquiera los segundos... creo que ni los terceros. Caray, me quedo ensimismada pensando por un momento como puede ser que haya sitios que estén peor que nosotros... No puede ser... Un pequeño meneo de cabeza me despega del horror para volver a la mesa de reuniones. Dale Vueltas intenta meter baza infructuósamente. Impulsivo habla en el idioma adecuado (y no me refiero al Galego...), ha venido preparado con las estadísticas, ratios de población, medios personales de otros centros... No, este no es el camino, así no conseguiremos nada, lo digo en alto, me escuchan, están de acuerdo. Cada centro tiene sus peculiaridades, las comparaciones no valen... Pero hay cosas que se pueden solucionar: si no hay más personal tiene que haber menos trabajo, así que organicen todo para que ir a trabajar no sea insalubre. Eso, dice Impulsivo, yo ya no aguanto más, a mi me va a dar algo, ¡soy hipertenso! y no consigo trabajar normal y de forma responsable en este lugar...

Después de dos horas de reunión soltamos todas nuestras quejas, la falta de organización, la falta de instrucciones claras, el ninguneo, el mal rollo entre compañeros.... ay ay... Soltamos todos los pecados y casi todos los pecadores, incluidos nosotros, una confesión en toda regla... Estamos desesperados y no podemos más. Ella lo anotó todo. Todo todo todo.
Y qué vamos a hacer...
Antes de salir nos hicieron pasar por la sección de informática para enseñarnos una nueva función del programa de gestión de agendas.... que también nos toca hacer....
De vuelta en el ascensor, nos turnamos para insultarnos mútua y recíprocamente: Idiota. Imbécil. Gilipollas. Tonta. Tonto tú, que eres un TONTO. (¿Tendrán cámaras?)
Impulsivo se va cabreando más y más según regresamos a casa. Convocará una huelga, esto tiene que solucionarse sí o sí, yo ya lo sabía, quería que vosotros lo vieseis también, que ellos no quieren solucionar nada.... Dale Vueltas aun le está dando vueltas al sobresueldo que se sacan los médicos con la Intersustitución, ese maravilloso invento del Sergas para ahorrar dinero al contribuyente. Y yo... y yo... y yo?
¿Y qué voy a hacer yo??, me pregunto según escucho el in crescendo de Impulsivo Sindicalista con los coros de Dale Vueltas: "hasta el 70% del sueldo del médico sustituido.... y nosotros... nada... sólo más trabajo..."
Aisssss

domingo, 7 de junio de 2009

El ritmo de la lluvia

Lluvia.
Llueve.
Está bien. El ritmo de la lluvia.
No hace frío ya. Esta lluvia es agradable. Riega, purifica, limpia.
Las hormonas se han ido. Al menos las naturales. Quedan un poco de las otras: prostaglandinas. Limpiar, vaciar... Se acabó el proyecto.
Así es la vida, se acaba... Y a veces tan pronto que apenas empezó.
Existen tantos debates sobre cuando un ser humano empieza a ser humano... cuando empieza a, simplemente, ser...
Y también muchos eufemismos para sacarle hierro al asunto: la habichuela, el guisante...
No ha sido nada. Una semilla en mal estado.

El técnico de las ecografías estaba experimentado. No era ni muchísimo menos la primera vez que se encontraba en aquella tesitura. Había aprendido a estar serio hasta escuchar el rápido y mágico ritmo del diminuto corazón (el de la habichuela, el del guisante...). Ellos, los papás, miraban expectantes sin que pudiesen sacar nada en claro de su rostro inexpresivo, serio y atento a la pantalla. Tampoco sacaban nada concluyente de todas aquellas sombras del monitor, aunque se sentía distinto de aquella segunda ecografía del primer embarazo, donde ya les dejaron ver algo, para empezar faltaba ese sonido rítmico que calmaría sus almas. Quizá todavía no había conectado bien todo...
Las primeras ecografías siempre son diferentes, los técnicos guardan más las distancias, todavía no se sabe qué se van a encontrar. Así que apenas reconocían al alegre profesional de la última vez que lo habían visitado: simpático y bromeando sobre el sexo de aquel primer bebé, que no había duda, era niño.
Es niño, un precioso niño de 3 años y medio. Pero él ya ni se acordaría de la pareja. Tantas barrigas ecografiadas... ¿cómo acordarse?.

Se aseguró un par de minutos, aunque estuvo convencido desde el primer pantallazo. Todos los padres se merecen el respeto de mirar dos veces, hasta tres... o quizá no se convenciesen, no entendiesen que estaba muy claro. No había latido, y era muy pequeño, un embrión de apenas 8 semanas en una gestante de 12. Un aborto diferido.

Alguien tendría que haberle explicado que aquello podía ocurrir, que el embrión dejase de desarrollarse tempranamente sin generar ningún síntoma. Bueno, en realidad sí que lo hubo, pero quién podía imaginarse aquello. El síntoma era la ausencia de síntomas. De repente las hormonas dejaron de controlar su cuerpo, de trabajar para el nuevo ser. Ya no había nuevo ser. Había vuelto la imparidad y se había sentido mejor, ya no había náusas, los pechos ya no dolían, ¡hasta había bajado de peso un poco!. Simplemente pensó que llevaba bien lo de la dieta, que en este embarazo engordaría lo justo...
Sin embargo algo no iba bien. En el fondo siempre se sabe. Se ven los cuervos, pero no queremos entender, no queremos darnos por enterados... ¡vaya tontería lo de los cuervos! bah!
Pero los hubo. Los vieron los dos. Cómo no verlos, siempre tienes cierta preocupación, los cuervos siempre están ahí, si estas preocupado los ves... no lo puedes evitar.
Y qué... si al fin no puedes controlar casi nada. Y mejor. La intervención humana casi siempre viene a complicarlo todo.
Así lo dijo el técnico: "La naturaleza es sabia", intentando consolarla de un inevitable llanto de sueño roto, de pérdida dolorosa. "Mejor ahora y así que dentro de unas semanas. Imagínese que tuviese que interrumpir usted el embarazo por malformación del feto".
Claro, sí. Así era.
Él debía decir aquello y ellos, tendrían que asumirlo.
Salieron de la consulta hechos un poema, nada que ver con la pareja anterior, cuya sonrisa contagiaba a todos los que esperaban en la sala, incluidos ellos mismos.
Aquella habitación en penumbra se llenaba rápidamente de emociones que empapaban a todos aquellos que entraban. Era como un especialísimo cine, el auténtico y definitivo reality show, la vida... o la no vida, en directo... Sin cartelera. Una sorpresa. Y tú eres uno de los protagonistas.
El guión... ¿quién escribe el puñetero guión?
El guión no está escrito. No hay guión.
Según salió a la luz, deseó sacarse del medio lo antes posible, no quería que aquellos futuros papás se contagiasen de aquella pena tan intensa que no podía evitar que se le desbordase por los ojos, por la cara, por todo su cuerpo. Quiso ir a tirarla lejos, para que no pudiese hacer más daño.

Ahora, el ritmo de la lluvia, que limpia, purifica, riega, la relaja y la hace sentir mejor.
Habrá que empezar de nuevo, después de un descanso, con una sonrisa, con ilusión.... porque no debería tocar la misma película la próxima vez, y porque podría haber sido peor...

Y seguro que en la siguiente saldrían del cine con una sonrisa que contagiar.